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• Finalmente se pudo llevar a cabo la Eucaristía que tradicionalmente se celebra en Jueves Santo, en la que los sacerdotes renuevan promesas de ministerio y se bendicen los aceites sacramentales…

 

Ana María Ibarra

Visiblemente contento, el obispo diocesano, don J. Guadalupe Torres Campos, dio la bienvenida a los sacerdotes y algunos fieles que se dieron cita el pasado 08 de septiembre para participar de la Misa Crismal, que a causa de la pandemia se celebró a destiempo.

Cabe recordar que es el Jueves Santo cuando se lleva a cabo esta misa donde los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales, pero como se sabe, la Semana Santa de este 2020 estuvo enmarcada en el cierre de templos por la cuarentena.

 

Con medidas sanitarias

A diferencia de otros años, la Misa Crismal se llevó a cabo en la parroquia El Señor de la Misericordia la tarde del 8 de septiembre. Los sacerdotes ingresaron de manera individual según fueron llegando al recinto y, después del protocolo sanitario, acataron la indicación del equipo de orden para tomar sus lugares portando todos su cubre bocas y guardando sana distancia.

El obispo ingresó por la puerta principal del templo acompañado en la procesión de algunos sacerdotes y diáconos, permanentes y transitorios, llevando consigo los aceites para ser bendecidos.

En el templo se encontraban también algunas religiosas, además de un reducido número de laicos quienes representaron a la comunidad diocesana en esta celebración especial.

 

Día festivo

“Una serie de acontecimientos nos unen esta tarde. Este domingo se han vuelto a abrir nuestras iglesias con la presencia significativa de los fieles. Ayer, 7 de septiembre, nuestra diócesis cumplió 63 años de este caminar con los señores obispos, con tantos fieles, consagrados y consagradas, los sacerdotes, cada uno sigue dando testimonio”, expresó el obispo al iniciar su homilía.

Monseñor Torres, recordó también el aniversario número 57 de la fundación del Seminario Conciliar.

“En este marco festivo celebramos nuestra misa crismal. Hoy, con gran solemnidad vivimos este tiempo de gracia. El Espíritu Santo unge nuestra vida, nuestro sacerdocio”, señaló.

A la luz de la Palabra, el obispo señaló que todos los cristianos, pero especialmente los sacerdotes, han sido ungidos por el Espíritu Santo y enviados a ungir a sus hermanos.

“No sólo físicamente, sino también enfermos del alma, para sanar, ser instrumento para ungir al penitente”.

Agregó que el llamado es también a llevar la Buena Nueva, anunciar el Evangelio.

“Hoy, en estas circunstancias de pandemia, cuántas personas se entristecen, hay violencia, asesinatos, tantas personas que sufren. Nosotros que somos ungidos, estamos llamados a consolar, por eso hoy renovamos nuestro Bautismo y nuestras promesas sacerdotales”.

Monseñor Torres se invitó a sí mismo y a los sacerdotes a ser testigos del poder de Dios y de la presencia del Espíritu Santo, colaborando en el servicio y en la santificación del pueblo de Dios.

“Sigamos caminando como diócesis”, dijo.

 

Renovaron promesas sacerdotales

Después de su homilía, los sacerdotes se pusieron de pie y, desde sus lugares, renovaron sus promesas sacerdotales.

Enseguida, fueron presentados los óleos, así como el perfume para el Santo Crisma.

Después de la consagración del pan y el vino, el obispo bendijo el óleo de los enfermos, para después de la comunión realizar la consagración del Crisma, mezclando el aroma a lo que será utilizado para la unción de los catecúmenos.

El obispo hizo la oración de consagración y los sacerdotes extendieron sus manos acompañando de esta manera al obispo en su oración.

Retornando al presbiterio, el obispo agradeció a los fieles su presencia al igual que a los sacerdotes.

“Hermanos sacerdotes, gracias por su fidelidad. Caminemos juntos siempre en unidad sacerdotal. Agradezco a las religiosas su testimonio y entrega. A cada uno de ustedes, queridos fieles, les agradezco su amor a la Iglesia, a Jesucristo y a esta ciudad que celebra también su aniversario”, expresó el obispo para finalizar con la bendición.